sábado, 19 de agosto de 2017

Homilía Domingo XX T.O. (A). La Iglesia católica frente una sociedad decadente




Os imagináis una vida con promesas que superan todo deseo

Una vida con sentido, donde se puede conocer realmente la Verdad, donde se camina con un principio y hacia un fin... Donde hay cosas sagradas que no se pueden manipular. Donde los padres engendran hijos y no los matan, donde las mesas se pueblan de criaturas y no de mascotas, donde los novios se respetan y los esposos permanecen fieles para toda la vida, donde los hombres trabajan y se sacrifican por amor a los suyos y construyen un reino de amor y de paz, conforme a su Rey: Jesucristo. Donde el niño, el enfermo y el anciano es protegido, amado y valorado. Donde el virtuoso es premiado y malvado penalizado. Donde decir al bien bien y al mal malYa existe, pero no es nuestra sociedad contemporánea, es la Iglesia católica.

Os imagináis a una muchedumbre que contempla a una humilde criatura recostada en un Belén, en brazos de María, y lo adora y lo reconoce como Dios. Una muchedumbre que se pasma ante Cristo Crucificado y dice que ahí está Dios. Una multitud que se bendice con la señal de la Cruz, que ya no es señal de muerte sino expresa vida y amor. Es la Iglesia católica.

Os imagináis una vida rica en amor, con una comunión permanente y gozosa con la persona viva que más te ha amado y te amará jamás en la vida: Cristo… pues continúa vivo y resucitado. Y te lleve a anunciar a tal Salvador a todos los hombres y para recogerlos en la misma única barca salvadora… Bienvenido a la Iglesia católica.

Os imagináis una multitud de hombres con una sola fe, que reconocen al buen Dios Creador como Padre, que se revela en su Hijo Jesucristo y que hace nuevas las cosas en el Espíritu… Hombres que reciben su misma vida y lo alaban a una sola voz en un mismo culto, y se nutren de sus sacramentos, y viven sus mismas virtudes de mansedumbre, humildad, perdón...

Os imagináis un lugar donde todos están llamados, para que nadie se quede fuera, donde recibir una vida nueva, un nuevo nacimiento por el bautismo y la confesión, donde el mal no tiene la última palabra, y se combate a fuerza de bien, donde decirle al pecado: hasta aquí llegarás y no vencerás. Mi corazón es de Dios... Donde caminar con esperanza hasta la gloria del Cielo en comunión con María Santísima y todos los santos. Esto es la Iglesia católica.

Buena Madre, como a la cananea, después de este destierro y del combate de nuestra fe, concédenos la gracia de vivir y morir como hijos de la Iglesia. Que así sea.

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