Comenzamos hoy la Novena de la Natividad de la Virgen María.
Qué días tan hermosos.
Deseo ofreceros unas palabras para ayudaros a preparar un digno regalo a Ntra. Señora.
Y luego un vídeo entrañable que nos explica qué son las madres, ¡que lo disfrutéis!
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"Queridos hermanos, como
buenos hijos, deseamos siempre honrar a nuestra Madre. De pequeños,
preparábamos a nuestras madres esos pintorescos dibujos, y esos collares de
macarrones, y se los presentábamos con alegría: era nuestra ofrenda. En la
llegada de estos días santos en honor a la Virgen. ¿Qué podremos ofrecerte, Buena
Madre, que te complazca? ¿Qué podremos hacer que arranque de tu corazón una
sonrisa, una aclamación de gozo y dulzura?
Ya lo sé, buena Madre, ya sé
lo que haré. Haré algo que te va a agradar. Conociendo las palabras de tu Hijo
Jesucristo, haré algo que va hacer estallar el cielo de alegría: “habrá más
alegría en el cielo por un pecador que se convierte, que por cien justos que no
necesitan convertirse”. Yo voy a ser aquél por quien canten de fiesta los
ángeles, por quien se derrame la gracia de tu Hijo. Viviré siempre en gracia de Dios.
Es tu amor Virgen María el
que a ello me mueve. Nunca más vivir en
pecado. Que me repugne vivir así. Harto estoy de presentarme ante ti lleno
de impureza y de robos, de adulterios, de blasfemias… Harto de presentarme ante
ti sucio por destronar a Dios y colocarme a mí en su lugar. Harto de flagelar a
tu Hijo en cada pecado y ofensa. Harto de vivir lejos de la Casa paterna, lejos
del la barca de la Iglesia, sin la cual no hay salvación, sin la cual me voy
hundiendo, incapaz de ser feliz, incapaz de amar como tú nos amas… Mi corazón
se seca como una teja, tiene sed y la apaga en barrizales que no sacian.
Enséñame Madre Buena, llena de gracia, a vivir.
Quiero vivir siempre en gracia de Dios. Como Tú… Vuelvo Madre, hacia ti, y quiero volver
limpio: limpio por una buena confesión, arrepentido y poniendo medios para no
volver a caer. Quiero vivir siempre en
gracia de Dios. Este es mi regalo de estos días. Vivir en gracia de Dios. Ofrecerte un corazón lleno de vida divina.
¿Qué pasará si cuando se
enfríe mi amor, caiga otra vez y me aleje de ti…? Te diré Madre lo que pasará.
No dejaré pasar tiempo, nunca más vivir
en pecado, pues sé que te desagrada y te hace llorar. Lloras cuando me ves
sucio y alejado de ti. Rápidamente acudiré a tus sacramentos, a las fuentes de
la salvación que lavan y sanan, a la oración… Viviré en gracia de Dios, para cantarte en cada latido un cántico
nuevo que te honre, y ofrecerte una vida con debilidades y caídas, pero que
pelea y no se conforma, que quiere darlo todo, incluso unas manos vacías pero
luchadoras, que no quieren estar en brazos de Satanás, sino sólo en las tuyos.
¡Oh María, hija de Joaquín y Ana, soy un pecador que
se atreve a hablar de Vos y de vuestro Santísimo Corazón, la cosa más santa y
admirable que en vos existe: pero un pecador que os ama, a pesar de todo,
ardientemente; que os honra como a soberana, y os reconoce y venera como única
causa -después de Dios- de su alegría y de su dicha toda, como la Reina de
su corazón, como la dueña y guía de su vida, y como firme esperanza de su
eterna salvación.’ [San Juan
Damasceno, Cántico Sagrado del Santísimo
Corazón de la Bienaventurada Virgen]. Haced
que en estos días, y siempre, viva en gracia de Dios, confiese bien mis
culpas, y me mantenga fiel en este combate, por amor a ti Buena Madre, voy a
pelear hasta encontrarme cara a cara contigo, mi Señora, la Virgen de las
Saleras.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida, ¡ruega por nosotros!